CUENTO 1:
ARBOLITO MADROÑO INFANTIL

TOÑO, LA MARIPOSA DEL MADROÑO

TOÑO, LA MARIPOSA DEL MADROÑO

Marta, la chica naturalista, salió a pasear por el campo y se encontró un madroño cargado de frutos rojos. Como estaba cansada se sentó a sus pies. De repente, empezaron a caer sobre su cabeza madroños.

—¡Uy, uy! —se levantó disgustada—. ¿Quién está ahí?

Al alzar la vista, Marta descubrió a una mariposa. Era ella la que le bombardeaba con los madroños.

—¡Fuera, fuera de aquí! —le gritaba la mariposa. Soy Toño, la mariposa del madroño y este es mi árbol

— ¿Pero no son el oso y el madroño, los que van siempre juntos? —rió Marta.

—No tienes ni idea. Hace siglos que ningún oso ha pisado estas tierras. Pero si se acerca uno, lo echaré también.

—Como le tires madroños se queda a comer, porque están riquísimos —dijo Marta comiéndose uno—. ¡Qué dulces!

La mariposa se lanzó hacia Marta otra vez:

—Este es mi árbol y nadie me lo quitará.

Se le posó en un brazo, en otro, en la nariz, en una mano, entre los ojos… Dio vueltas muy deprisa alrededor de ella, aleteando nerviosa. Marta se estaba mareando. Manoteaba enérgicamente, pero era imposible quitársela de encima.

—¡Basta, basta! —exclamó Marta—. No quiero tú árbol, es todo tuyo. ¿Por qué te enfadas tanto?

—No me gusta que nadie se acerque a mi madroño—dijo la mariposa—, porque este árbol será la casa de mis hijitas.

Mientras decía esto apareció otra mariposa como Toño, pero más grande. Revoloteó sobre la copa del madroño. Toño se puso en guardia. Pero enseguida cambió de cara y se quedó mirándola encandilado:

—¡Mira con qué gracia vuela! ¡Qué preciosidad! —exclamó.

—Esa sí que te va a quitar el madroño… —le dijo Marta.

—No entiendes nada. Es la mariposa más guapa que he visto en la vida.

Y hacia ella salió volando Toño. Mariposeó a su alrededor para llamar su atención.

—¡Claro! —exclamó Marta—. Esa es una mariposa hembra. Y allá va Toño a conquistarla.

Las dos mariposas volaban felices por el campo, revoloteaban sobre el madroño. Se hicieron novios, se pasaban todo el día juntas. Si se acercaba otra mariposa al madroño, la echaban a aletazos. Tras unos días de novios, Tania, la mariposa hembra, puso los huevos. Ponía uno en cada hoja del madroño. Toño se acercó a Marta con una sonrisa enorme:

—¿Has visto? De ahí saldrán nuestras pequeñas orugas.

—¿Se comen las hojas del madroño?

—Sí, a nuestras pequeñas les encantan —le dijo Tania—. Con las hojas engordan y engordan y cuando ya están bien gorditas, se envuelven en un capullo, se cuelgan de otra hoja y a dormir.

—Así que las hojas del madroño son también las cunas de vuestras orugas.

—Y cuando sople el viento acunará a nuestras orugas en sus capullos, para que tengan dulces sueños —dijo Toño.

—Y de los capullos saldrán ¡más mariposas! —aplaudió Marta encantada. —Mirad, he traído este arbolito nuevo —y les enseñó un pequeño madroño—. Lo voy a plantar aquí y así habrá más cunas y comida para las nuevas orugas.

—¡Qué bien! —gritaron Tania y Toño.

Y mientras Marta plantaba el nuevo madroño, las dos mariposas volaban contentas a su alrededor.

Planta un árbol, ya sabes, el árbol es vida.

En sus hojas, en sus raíces, en sus frutos:

EL ÁRBOL ES VIDA

 Marta te cuenta secretos de la naturaleza:

¿Sabes? La mariposa macho del madroño se comporta así: se apropia de un árbol y no permite que nadie se acerque a su madroño, solo se lo permite a su pareja. ¡Incluso se atreve a espantar a los humanos! Y la mariposa hembra pone los huevos uno en cada hoja, para que las orugas tengan suficiente alimento.